Sicilia es la isla más grande del Mediterráneo. Como teníamos 5 días para visitarla, debimos dejar dejar para la " próxima" algunos lugares. Por esa razón, a pesar de que llegamos en avión a Palermo, decidimos no visitar la ciudad. Nos alojamos en un bed and breakfast cerca del aeropuerto y de allí en coche alquilado fuimos a Monreale, un pueblo a 10 km de Palermo. Una costumbre que tenemos cuando alquilamos auto para recorrer alguna región es, más allá de que armamos un itinerario tentativo,es nunca reservar ni nunca pagar alojamientos -excepto al inicio y al final del recorrido- porque siempre pueden suceder hechos que obliguen a realizar modificaciones imprevistas, como se verá más adelante. Es verdad que esto es más factible en temporada media o baja, siendo algo riesgoso en alta temporada.
La Catedral de Monreale es el atractivo principal de la ciudad. Es uno de los mayores logros del arte normando en el mundo. La iglesia fue fundada en 1172 por Guillermo II de Sicilia, y muy pronto, junto a ella se levantó un monasterio benedictino. La catedral es famosa por los impresionantes mosaicos dorados que cubren todo su interior, en los que se pueden contemplar escenas tanto del Antiguo Testamento, como del Nuevo Testamento. Es la iglesia más grande con mosaicos bizantinos y tiene 7000 m2 de teselas. Quizás la falta de iluminación le resta espectacularidad, ya que si estuviera bien iluminada, los destellos de todas esas teselas doradas serían impresionantes.
Está muy bien conservada y sólo se paga para entrar al claustro.El pueblo también es muy típico, desordenado y como era feriado en Italia, 25 de abril , la "Festa della Liberazione" había mucha gente. Nos deleitamos con los puestos callejeros, donde vendían mucha fruta y verdura.
Orquesta en la calle, muy simpática.
Interior del Duomo. Hay que destacar el bellísimo Pantocrátor que decora el ábside central, uno de los más bellos del estilo bizantino.
Nuestro primer cannolo siciliano, delicioso, relleno de ricota, pero con una consistencia diferente a la que nosotros, en Argentina, conocemos.
Desde Monreale, tomamos la autopista y fuimos a Agrigento. Como era feriado, la ruta estaba bastante atascada y tardamos más de la cuenta, pero cuando uno está de vacaciones, todo se toma con calma. Veíamos a las familias yendo a pasear en sus autos y nos sorprendimos con la música, casi en todos los coches se escuchaba en ese momento música latinoamericana, especialmente "Despacito", muy llamativo.
Llegamos a Agrigento y quisimos ir al Museo pero por ser feriado estaba cerrado, por suerte, el Valle de los Tempos, no.
Agrigento posee el conjunto de templos griegos mejor conservado del mundo. Es impresionante. Creo que en un lugar como ése, es importante tener guía pero no había y tampoco audioguías. Era abril, con lo cual la temperatura era super agradable, me imagino que en pleno verano debe ser agobiante. La entrada cuesta 10 Euros, que bien valen la pena.
Después de ver el Valle de los Templos, fuimos a la ciudad vieja, a buscar alojamiento. Sicilia tiene muy desarrollada la modalidad de bed and breakfast, así que comenzamos la búsqueda. Como eran las 6 de la tarde, aproximadamente, no había nadie que atendiera en este tipo de alojamiento y la manera de comunicarse era por teléfono, opción que para nosotros, extranjeros, nos resultaba onerosa. LLegamos a una piazzetta, la de la Chiesa di Santo Spirito, tocamos el timbre y nos abren una puerta en la iglesia. Una monja nos pregunta qué necesitábamos. Por supuesto, nos alojamos en el b&b di Santo Spirito, demás está decir que era hermoso, limpísimo y muy silencioso y el desayuno, espectacular, servido con los dulces que las monjas hacen, cuya especialidad es el pistacho y las almendras. ¡Delicioso! El precio más que normal, 65 euros
Monastero y piazza. Subir a ese lugar a través de las callecitas estrechas, fue todo un desafío. La monja que nos acompañaba en el auto, cada vez que pasábamos una esquina y no rayábamos el auto, decía ¡Grazie a Dio!
La ciudad es hermosa, el barroco siciliano, es espectacular y cada rincón tiene su encanto. No sentíamos inseguridad.
Comimos en un restaurante, Civicododici, excelentes platos, polpo e patate y Carlos spada e sugo.
Intentamos tomar café, pero no había locales disponibles. Nos encantó Agrigento!
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