Split
Llegamos a Split desde Dubrovnik en autobús, por cierto, los micros son buenos, con wifi y cómodos, pero lentos, lecheros, paran muchas veces, lo cual hizo que para hacer 200 km tardáramos 4,5 horas. Hay que tener en cuenta, que en la terminal de Dubrovnik ( supongo que en todas será así) no aceptan tarjeta, con lo cual tuvimos que retirar dinero para poder comprar el pasaje.
En la terminal nos esperaba nuestra anfitriona, porque aunque el airbnb estaba muy cerca, al estar dentro de los muros del palacio de Diocleciano, era un poco difícil encontrarlo.
Split es el Palacio de Diocleciano y la promenade, nada más. El resto de la ciudad no tiene mucho atractivo, pero en el verano, se toma como punto de partida para ir a las islas.
El Palacio de Diocleciano ha sobrevivido en bastante buen estado desde tiempos romanos y en nuestros días conforma el casco antiguo de la ciudad (recordemos que era enorme, no se trata de un simple edificio). Sólo por esto ya merece la pena invertir un día (o al menos una mañana) en visitar Split.
Ubicado junto al mar Adriático, el Palacio Diocleciano tiene forma rectangular y mide 200 x 160 metros. Tres de sus laterales estaban fortificados y aún se mantienen en pie la mayor parte de las murallas, así como las tres entradas principales. El único lateral no amurallado es el que da al mar. Así pues, el recinto es fácilmente reconocible por sus límites y resulta muy cómodo moverse por su interior, donde el acceso a los vehículos está prohibido.
Estábamos alojados dentro del palacio, tomamos el desayuno ahí abajo.
Desde la Puerta de Hierro, dando la espalda al palacio, se accede a la Plaza del Pueblo, una de las más importantes de la ciudad. En tiempos medievales fue el centro neurálgico de Split. Entre los edificios destaca el antiguo Ayuntamiento, la vieja librería “Morpurgo” (conservada como en 1861) ( saqué la foto en honor a mi amiga de toda la vida, Marcela Morpurgo), el Café Central (histórico lugar de encuentro de intelectuales y artistas) y los palacetes de varias familias nobles.
A la noche, escuchamos música en vivo, en el Peristilo. Fue un momento mágico...El Peristilo es un gran patio rodeado por columnas de mármol en el corazón del palacio, justo donde se cruzaban el Cardo y el Decumano, avenidas principales de las ciudades romanas.
El palacio no es un recinto cerrado, así que no tiene precios ni horarios (salvo las galerías subterráneas). En su interior hay viviendas, tiendas, restaurantes y varias callejuelas por las que merece la pena perderse. De hecho, algunos de sus rincones más bellos permanecen relativamente ocultos y no es raro toparse con un patio, pasadizo o plazoleta en el que nadie parece haber reparado.Este restaurante, intramuros, es uno de ellos..
Merece la pena visitar las galerías subterráneas.
Puerto de Split
Como dijimos anteriormente, un día es suficiente para conocer Split. Nosotros estuvimos un día y medio, sin posibilidad de ir a las islas, por estar fuera de temporada y nos resultó un poco largo.En realidad, nos sirvió para bajar un poco el ritmo.
Más fotos
Llegamos a Split desde Dubrovnik en autobús, por cierto, los micros son buenos, con wifi y cómodos, pero lentos, lecheros, paran muchas veces, lo cual hizo que para hacer 200 km tardáramos 4,5 horas. Hay que tener en cuenta, que en la terminal de Dubrovnik ( supongo que en todas será así) no aceptan tarjeta, con lo cual tuvimos que retirar dinero para poder comprar el pasaje.
En la terminal nos esperaba nuestra anfitriona, porque aunque el airbnb estaba muy cerca, al estar dentro de los muros del palacio de Diocleciano, era un poco difícil encontrarlo.
Split es el Palacio de Diocleciano y la promenade, nada más. El resto de la ciudad no tiene mucho atractivo, pero en el verano, se toma como punto de partida para ir a las islas.
El Palacio de Diocleciano ha sobrevivido en bastante buen estado desde tiempos romanos y en nuestros días conforma el casco antiguo de la ciudad (recordemos que era enorme, no se trata de un simple edificio). Sólo por esto ya merece la pena invertir un día (o al menos una mañana) en visitar Split.
Ubicado junto al mar Adriático, el Palacio Diocleciano tiene forma rectangular y mide 200 x 160 metros. Tres de sus laterales estaban fortificados y aún se mantienen en pie la mayor parte de las murallas, así como las tres entradas principales. El único lateral no amurallado es el que da al mar. Así pues, el recinto es fácilmente reconocible por sus límites y resulta muy cómodo moverse por su interior, donde el acceso a los vehículos está prohibido.
Estábamos alojados dentro del palacio, tomamos el desayuno ahí abajo.
Desde la Puerta de Hierro, dando la espalda al palacio, se accede a la Plaza del Pueblo, una de las más importantes de la ciudad. En tiempos medievales fue el centro neurálgico de Split. Entre los edificios destaca el antiguo Ayuntamiento, la vieja librería “Morpurgo” (conservada como en 1861) ( saqué la foto en honor a mi amiga de toda la vida, Marcela Morpurgo), el Café Central (histórico lugar de encuentro de intelectuales y artistas) y los palacetes de varias familias nobles.
A la noche, escuchamos música en vivo, en el Peristilo. Fue un momento mágico...El Peristilo es un gran patio rodeado por columnas de mármol en el corazón del palacio, justo donde se cruzaban el Cardo y el Decumano, avenidas principales de las ciudades romanas.
El palacio no es un recinto cerrado, así que no tiene precios ni horarios (salvo las galerías subterráneas). En su interior hay viviendas, tiendas, restaurantes y varias callejuelas por las que merece la pena perderse. De hecho, algunos de sus rincones más bellos permanecen relativamente ocultos y no es raro toparse con un patio, pasadizo o plazoleta en el que nadie parece haber reparado.Este restaurante, intramuros, es uno de ellos..
Merece la pena visitar las galerías subterráneas.
Otro de los rincones que encontramos callejeando.
Aún se conservan las principales puertas de entrada al palacio. La más impresionante es la del norte, la Puerta de Oro. Los nichos -hoy vacíos- mostraban esculturas de cada uno de los famosos Tetrarcas, una forma de gobierno instaurada por Diocleciano. A espaldas de la puerta, se puede ver la enorme estatua del obispo Gregorio de Nin, realizada por el famoso escultor Ivan Meštrović antes de la II Guerra Mundial. La tradición dice que hay frotarle un dedo del pie para tener buena suerte.
Puerto de Split
Como dijimos anteriormente, un día es suficiente para conocer Split. Nosotros estuvimos un día y medio, sin posibilidad de ir a las islas, por estar fuera de temporada y nos resultó un poco largo.En realidad, nos sirvió para bajar un poco el ritmo.
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